Si te preguntan qué es el Vermentino, solo tienes que decir "es el vino que ama el mar" para acertar siempre. En este vino blanco de personalidad soleada y arrolladora, todo recuerda al mar Tirreno y sus hermosas costas rocosas: el marcado sabor salado, la frescura, los aromas a cítricos y a bosque mediterráneo... una auténtica maravilla. Quizá por estas características no puede faltar en nuestra mesa cuando hay pescado en el menú. O cuando llega el atardecer y sientes esa agradable brisa que te recuerda a unas vacaciones en Liguria hace unos años. En estos casos, descorchar un Vermentino es imperativo.
Historia y orígenes
El origen de esta noble variedad de uva ha sido objeto de debate durante mucho tiempo. Al igual que sucede con otros vinos como el Cannonau, una de las hipótesis más extendidas es que tiene origen español. En cambio, otra línea de investigación sostiene que la uva Vermentino tiene conexión con Hungría, donde recibe el nombre de Furmint. También hay estudios que afirman que el Vermentino nació en Italia, en concreto en Liguria, una de las regiones donde más se cultiva. A día de hoy, todavía no hay ninguna certeza sobre su origen, pero hay un aspecto en el que todo el mundo coincide: durante los siglos anteriores, el Vermentino se vinificaba de muchas maneras, incluso para elaborar passito o vino de pasas. Sin embargo, en la actualidad se tiende a preferir sus versiones más puras o secas.
Liguria, Toscana y Cerdeña: el triángulo de las Bermudas del Vermentino
Si trazáramos una línea que uniese las principales zonas de producción de Vermentino, el resultado sería un triángulo entre tres regiones bañadas por el mar Tirreno: Liguria, Toscana y Cerdeña. Es en estas regiones donde podemos encontrar la máxima expresión de este vino blanco, que se caracteriza por su gran estructura y frescura, así como por su excelente persistencia. Su rasgo distintivo es sin duda su toque salado, pero existen importantes diferencias entre las distintas denominaciones, ligadas a las características del suelo y al microclima de cada zona. Por ejemplo, en el Vermentino toscano, la frescura y la mineralidad emergen con mayor claridad, junto con aromas más cítricos y notas de almendras, especialmente hacia el final. El Vermentino sardo es, por lo general, más corpulento y aromático, con aromas que recuerdan intensamente al bosque mediterráneo y con una salinidad aún más marcada. En Liguria, el Vermentino se cultiva prácticamente en todas partes y adquiere matices más desenfadados: un bouquet más floral y afrutado con aromas de melocotón, melón y flores blancas que lo convierten en un vino muy bebible. Estos últimos suelen tener una graduación alcohólica ligeramente inferior a la de los dos primeros.
Si en estas tres regiones el Vermentino es el protagonista indiscutible, en otras este vino se suma a la producción de otros vinos autóctonos, como en Sicilia. El Vermentino Terre Siciliane es un blanco aromático y evocador, con delicadas notas de flores blancas y frutas tropicales. Aquí también es importante la salinidad, pero deja espacio para un agradable aroma y notas herbáceas más evidentes.
El Vermentino en la mesa
Gran versatilidad y máximo rendimiento: si tienes un Vermentino, podrás jugar con diferentes combinaciones, desde pescados hasta carnes. Su frescura y salinidad lo hacen perfecto para acompañar primeros y segundos de pescado y marisco, como unos mejillones salteados, una sopa de pulpo o unos calamares a la plancha. También puede servirse como aperitivo con una tabla de quesos semicurados o con algo más ligero, como unos aperitivos de verdura. Es sin duda una elección ganadora con un risotto, pero también resulta estupendo como acompañamiento a una carne blanca. En definitiva, el Vermentino es un auténtico comodín que no puede faltar en tu casa. Sírvelo a una temperatura de 10°-12° cuando te apetezca sentir que estás de vacaciones.