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Nacida durante el periodo de colonización del sur de Italia por los griegos, la Falanghina es hoy uno de los vinos blancos de Campania más conocidos y apreciados.
Este vino se distingue por su delicado perfil organoléptico y su suave mineralidad, que lo convierten en el acompañante ideal de platos de pescado. Sin embargo, su extraordinaria versatilidad le permite adaptarse a muchas otras recetas, por lo que es un vino excelente para guardar en la bodega, especialmente para las cenas de verano.
Aquí tiene una guía sobre la Falanghina, sus características y consejos de maridaje.
Frescura y versatilidad: las características del vino Falanghina
Campi Flegrei, Beneventano y Costa d'Amalfi: estas son las tres zonas principales que sirven de telón de fondo al cultivo de la Falanghina, cuyas vides autóctonas extraen todo lo que necesitan del terruño de estas zonas para crecer exuberantes y ofrecer a los consumidores DOC de gran valor.
Las plantas aprecian especialmente los suelos montañosos compuestos de arcilla y arenisca, y la buena capacidad de drenaje, así como las temperaturas cálidas y secas de la región. En la zona de Sannio, en cambio, se encuentran más declinaciones aromáticas y mayor sabor, provocados por las temperaturas más frescas.
A pesar de la naturaleza robusta y exuberante de la variedad de uva, la atención se centra en la calidad del rendimiento más que en la cantidad, con el fin de amplificar la fuerza expresiva de sus vinos.
Otro elemento importante es la naturaleza volcánica de los suelos que componen gran parte de Campania, una característica que se refleja en las notas organolépticas de este vino blanco italiano, dando lugar a matices minerales claramente perceptibles. Lo que también distingue a este vino seco es su profundo color amarillo pajizo -con ligeros reflejos verdosos-, las delicadas notas de fruta fresca y flores, así como un sabor fresco y discretamente ácido, que hacen del Falanghina un vino vivo, perfecto para disfrutar joven.
Existen, sin embargo, otras declinaciones de este vino, como el espumoso -obtenido por el método Charmat- y el vino de pasas. En el primer caso nos encontramos ante un producto que recupera en gran medida los aromas olfativos y gustativos de la versión seca, pero añade a la experiencia delicados aromas de levadura y un fino perlage con buena persistencia.
La Falanghina passito, por su parte, se reconoce por un color que tiende al dorado y un perfil olfativo pleno y apasionado. Los aromas primarios incluyen notas de miel, fruta confitada y mermelada, mientras que el sabor es dulce y persistente, con una textura suave que mima el paladar.
Maridaje de vino Falanghina: qué comer con este vino blanco de Campania
Si desde el punto de vista organoléptico es la frescura y la mineralidad lo que más destaca, entre los principales rasgos de este vino se encuentra también una extraordinaria versatilidad, que le permite maridar con numerosas recetas, especialmente las típicas de la cocina mediterránea. He aquí con qué maridar la Falanghina, ¡de principio a fin!
Aperitivos y entrantes
Fresca y viva, la Falanghina se adapta perfectamente a los aperitivos estivales, mejor aún si se organizan al aire libre, en el jardín o en la terraza. No hace falta mucho para complacer a todos los paladares con este vino, que ofrece espléndidos maridajes con los platos típicos de estas ocasiones de convivencia o con aperitivos de diversa índole.
Una Falanghina Campania IGT "Collection" puede maridarse, por ejemplo, con una rica tabla de quesos frescos o blandos, para untar en pan o crostini. Se recomiendan especialmente los quesos de cabra, caracterizados por sabores intensos.
Este vino también es un acompañante ideal para los finger food fritos, los cócteles de gambas, la clásica pizzette o las preparaciones con tomate y mozzarella, especialmente la mozzarella de búfala de Campania, su compatriota. Una Falanghina del Sannio DOP Brut también es extraordinaria para este fin.
Primeros platos y Falanghina
Gran amante de los platos mediterráneos, la Falanghina de Campania es una elección acertada cuando se sirven en la mesa primeros platos salados, ya sean a base de pescado o de verduras. Entre estas dos opciones, sin embargo, tiene predilección por los sabores marinos, declinados en infinidad de recetas diferentes.
La acidez y mineralidad de este vino, sobre todo en su versión seca, es justo lo que se necesita para soportar los sabores salobres e intensos de las salsas de pescado, con las que limpiar el paladar sorbo tras sorbo. Paccheri con ragú de marisco gratinado, spaghetti allo scoglio, rigatoni con pulpo, risotto con langostinos, calamarata, una fragante pasta alla norma: todo esto -y mucho más- representa la amplia gama de maridajes con el vino Falanghina.
Cabe destacar, por último, su capacidad para adaptarse también a la pizza napolitana, que no es un primer plato en el sentido estricto de la palabra, sino una comida reconfortante e intemporal que necesita las etiquetas adecuadas para ser maridada correctamente con vino, en lugar de la jarra más inflada de cerveza.
Platos principales y vino blanco
Entre las recetas veraniegas con Falanghina, obviamente no faltan los platos principales de tierra o mar. En el primer caso, las mejores recetas para disfrutar con este vino son las de carne blanca, con sabores no demasiado intensos, como pollo al horno o a la parrilla, acompañado de verduras mixtas o patatas.
De nuevo, entre los mejores platos para el vino Falanghina destacan los de pescado. Excelente para las barbacoas marineras con amigos, a base de rodajas de pescado, moluscos o crustáceos, la Falanghina también aprecia los ricos platos fritos mixtos o las recetas de pescado al horno, tal vez enriquecidas con salsas de tomate con cuerpo, las clásicas rodajas de atún o salmón a la plancha -o al horno, en costra de pistacho- o un sabroso plato de calamares rellenos.
Vino dulce y con pasas
Como colofón adecuado a esta guía -así como a un menú veraniego- ha llegado el momento de recurrir a la versión de final de comida de este excelente blanco de Campania.
Falanghina Passito es la elección adecuada cuando aún queda un huequecito en el estómago que sólo un buen postre puede llenar y satisfacer.
Merece la pena descorcharlo como acompañamiento de recetas con alma rústica, como una clásica tarta de manzana, un melocotón al revés o una tarta de frutas, con las que marida de maravilla gracias a sus notas organolépticas de fruta confitada y mermelada.
Tampoco está mal la combinación con repostería seca, como diversos tipos de galletas (los Cantucci toscanos son un excelente ejemplo) y turrones, pero también organizar una sofisticada degustación con quesos curados muy sabrosos.
Su paladar se lo agradecerá.
Algunas notas históricas sobre el vino Falanghina
No existen pruebas oficiales de la época exacta en que la Falanghina apareció por primera vez en Campania. Sin embargo, los estudiosos son bastante unánimes al afirmar que la vid desembarcó en el sur de Italia durante la colonización de ésta por los griegos, zona que tomó el nombre de Magna Grecia. De hecho, el nombre deriva de la palabra griega falangos, que hace referencia a los palos especiales utilizados para sostener las plantas durante el cultivo.
El hecho de que se mencione en los textos de Plinio el Viejo confirma que el cultivo de la Falanghina continuó en época romana, pero hay que esperar hasta 1804 para encontrar una descripción botánica adecuada de la planta, con una serie de autores que contribuyeron al conocimiento de la vid con notas cada vez más precisas, así como de su vinificación.
Tras un largo periodo de cultivo intensivo -con el objetivo de amplificar el rendimiento de la planta-, los métodos de producción cambiaron a finales del siglo XX para centrarse cada vez más en la calidad de los vinos de Falanghina, transformándolos así en un producto de gran prestigio para la tradición vinícola de Campania.
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